miércoles, 30 de noviembre de 2011

BAILARÍN.




A veces me parece verlo
suspendido de un hilo.
Débil cometa que trasciende
El inconciente colectivo
y vuelve de donde regresan

como colgado de un suspiro,
y pienso en este país
de cuervos rojos, incendiándose,
y deduzco de una que son ellos
los que le impusieron el prodigio
de someter su símbolo
intermitentemente al fuego.

Parece que siempre sale bien librado
de las llamas el espantapájaros.
Tan es así que también parece
dentro de su presencia mítica
él estar esperando
ese reencuentro con el fuego
tal como si fuera o como es,
su devenir eterno.

Del poemario Las Ropas del Espantapájaros,
Por: Rafael Aarón Morales

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